La fundación Maquita Cushunchic («Démonos la mano», en quichua), con el apoyo de Manos Unidas, quiere llegar a cada rincón de Ecuador transmitiendo un mensaje de cambio y justicia. 1s1jb
Porque cada alimento que producen forma parte de la historia de vida de miles de familias productoras como la de Betty Pagalo que, gracias al comercio justo y la producción sostenible, encuentra esperanza y dignidad.
Ahora, la Fundación, dirigida por María Jesús Pérez, celebra cuatro décadas apostando por un modelo económico social y solidario donde la prosperidad y la riqueza que ingresa en las familias y en las organizaciones se redistribuye siempre en beneficio de la comunidad.
Lo consiguen promoviendo sistemas alimentarios sostenibles y resilientes para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria, preservando los ecosistemas y rescatando la sabiduría local para un futuro mejor.
Con los proyectos ayudan a que las comunidades prosperen y a que las familias sean autosuficientes. Un ejemplo es Betty Pagalo, una mujer indígena de 30 años que vive en la comunidad de San Francisco de Cunuguachay, en la provincia de Chimborazo, ubicada en el centro de Ecuador.
Betty comparte que, con esta manera de producir, mejoran la economía y la salud familiar. «Esto de compartir se está convirtiendo en un gran sueño y en un gran futuro para nosotros. Repartimos muchas cosas entre nuestras comunidades e intercambiamos productos para fortalecer nuestras semillas ancestrales que pertenecieron a nuestros abuelitos».
Según María Jesús Pérez, el valor de trabajar junto a Manos Unidas reside en que las dos instituciones –Maquita y Manos Unidas- comparten los mismos valores desde sus inicios. “Escuchamos y vemos la realidad de desventaja, de pobreza, de carencia que vive, por la exclusión del sistema, la mayoría de la sociedad”, comenta Pérez.
La fundadora de Maquita coincide con la ONG de la iglesia Católica en la búsqueda de una sociedad en la que se respeten los derechos humanos de todas las personas. “Trabajamos para facilitar el a la educación, a la salud, a la vivienda, a la recreación y para proteger el medioambiente”, añade.
Nos duelen las situaciones de injusticia, abandono, las brechas y violencias de las mujeres, los jóvenes, el llanto de las familias que pierden a sus hijos, el abandono rural por la precariedad generada. Por ello, nos enfocamos en generar cambios sostenibles que mejoren vidas, como lo define nuestro propósito.
Junto a Maquita, Manos Unidas trabaja en varios proyectos recogiendo las propuestas y proyecciones de las organizaciones de mejorar su realidad desde las potencialidades que el entorno les ofrece. Partiendo de un análisis estratégico profundo, participativo y en el territorio, se han definido proyectos y programas de cooperación que han marcado un “antes” y un “ahora”, como dicen nuestras organizaciones amigas de camino. Son proyectos basados en el comercio justo y la economía social y solidaria.
En concreto, se han impulsados escuelas de gestión por competencias en liderazgos, en equidad de género y no violencia, en la defensa de la tierra, en mejora de la producción agroecológica y agricultura campesina, inversión en emprendimientos agroindustriales, artesanales y turísticos. Incursión en el comercio justo con el involucramiento de gobiernos locales y universidades, que hoy están ya certificadas en base a planes reales para facilitar la expansión de a los mercados con los principios del comercio justo.
Desde Manos Unidas, le deseamos a Fundación Maquita un feliz 40 aniversario para seguir siendo unas manos transformadoras.